“Pero yo no quiero comodidad. Yo quiero a Dios, quiero poesía, quiero peligro real, quiero libertad, quiero bondad. Yo quiero pecado.”
Cuando pensamos en libros del género de futuro distópico lo primero que se nos viene a la mente es 1984 de George Orwell. No es que Brave New World no sea reconocido y aclamado (ha sido posicionada como el número 5 de las 100 mejores novelas del siglo 20), pero sin duda la obra de Aldous Huxley queda muchas veces en segundo plano a la de Orwell. Ya sea porque fue escrita 17 años antes o por su temática menos orientada a la tecnología, que tanto nos atrae hoy en día, y más enfocada a lo que nos hace humanos; este libro fue escrito como una predicción de un futuro que representa en más de una manera el presente que vivimos hoy en día.
Brave New World está situado en un mundo distópico, disfrazado como una utopía, en un futuro muy distante (aprox. el año 2500), en el que la sociedad perfecta ha sido creada. Esto se debe, en principio, a que los humanos ya no son concebidos naturalmente, sino que son desarrollados artificialmente en una línea de ensamblaje. Esta línea está inspirada en la de Henry Ford, una figura divina en esta historia, que en muchos aspectos toma la posición de Dios. En las fábricas se producen cinco clases de humanos: Alphas, Betas, Gammas, Deltas, y Epsilons.

Fuente: www.theatrecloud.com
Está de más mencionar lo que estas clases representan en la sociedad, pero el enfoque que Huxley decide tomar es no solo en el nivel socioeconómico de cada uno, también sus rasgos físicos y emocionales son genéticamente modificados en la línea de ensamblaje. Los Alphas no solo son personas altas, atractivas, fuertes e inteligentes, son también los que están destinados a terminar como los líderes de su país. Los niveles más bajos han sido despojados prácticamente de su humanidad. Son “concebidos” y modificados para cumplir con lo más básico que se requiera de ellos y no aspirar jamás a nada más en la vida “En los Epsilons no necesitamos agregar inteligencia humana.”
Lo que hace esta una lectura muy incómoda y cruda no es lo distinguibles y contratantes que son las clases sociales desarrolladas (aunque deja mucho a pensar si es algo que vemos en nuestro día a día), sino la manera en la que Huxley presenta las interacciones entre ellas. Los Deltas y Epsilons son denigrados, maltratados y utilizados para todo lo que los Alphas y Betas no se quieran tomar la molestia de hacer. Sin embargo, en este nuevo mundo es lo normal. No es visto como racismo, clasismo, o discriminación, solo es el nuevo orden mundial. “¡Observen!” dice “triunfantemente” el director de la línea de ensamble. La sociedad perfecta es un logro del que todos deben estar orgullosos y agradecidos, seas Alpha Plus o el nivel más bajo de los Epsilon.
Como seres vivos hemos sido hasta cierta manera condicionados a pensar que la felicidad plena es nuestra meta máxima a alcanzar en la vida. Todos queremos ser felices siempre. Huxley explora el precio que se tiene que pagar para llegar a este punto. En su mundo, la felicidad se alcanza mediante drogas, sí, pero también a través de vendarnos los ojos ante la realidad. “Hay algo de lo que podemos estar seguros. Quien sea que haya sido, era feliz. Todos son felices ahora.” Al alcanzar la felicidad eterna la sociedad ha sacrificado los descubrimientos científicos del pasado, el arte, la poesía, la literatura; todo aquello que nos estimula y nos hace sentir, ha sido despojado porque “La mayoría de los hechos históricos son desagradables.” Según Los Controladores, no hay necesidad de conocer el pasado porque ese era un mundo horrible. Incluso los pocos lugares que no avanzaron como civilización son llamados Reservas Salvajes.
Brave New World nos da también un mensaje de lo importantes que son los sentimientos en nuestra humanidad. En este nuevo mundo todos son felices porque son condicionados a su manera de pensar y vivir, desde que nacen y durante sus primeros años. No piensan que merecen algo más. Los Controladores los tienen con drogas de felicidad y el sexo es algo que se debe hacer con todos. “Todos le pertenecemos a todos.” Las relaciones entre humanos han sido eliminadas. No hay amistades ni matrimonios. ¿Qué amistad o matrimonio viene envuelto en perfección? Las relaciones vienen atadas a sufrimiento y tristeza inevitable. Si nuestro objetivo como humanos es ser felices plenamente, ¿por qué habríamos de arriesgar eso con algo tan inconsistente como lo es el amor?
Todo esto empieza a ser cuestionado cuando el personaje central, Bernard Marx, va a una de las pocas reservas salvajes que quedan en el mundo. Una comunidad que no ha sido despojada de amor. El hilo principal de esta historia y su climax son guíados por la yuxtaposición de la relación entre Bernard Marx y un Salvaje, lo cual lleva a descubrimientos de lo que podría ser la sociedad si no se le hubiera arrebatado de su humanidad. El resto te voy a dejar que lo descubras tú mismo.

Aldous Huxley escribió, en los años 30s, una novela increíblemente profética. Donde la sociedad sacrifica todo por plenitud, incluso su propia naturaleza. En tiempos donde nos escondemos detrás de una representación virtual de nosotros mismos, las motivaciones que mueven nuestros actos tan superficiales no son muy distintos a lo que fue escrito hace 80 años. Tenemos que ver más allá de las palabras impresas en el libro para entender la advertencia de Huxley, sobre lo que estamos sacrificando para alcanzar una plenitud que solo vemos en los cuentos y películas de ficción.
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