Un recuento de la mitología del Rey Arturo que no necesitábamos.
Te guste su trabajo o no, Frank Miller es en una leyenda en el mundo de comics y novelas gráficas. Está en el Salón de la Fama del Premio Will Eisner e incluso ha sido nominado para un Palme d’Or en Cannes por su película Sin City. Cuando leí que había producido una serie basada en su libro, situada en la mitología de Excalibur, Arturo, y los Caballeros de la Mesa Redonda, pensé que no había manera de que esta serie fracasara. Yo personalmente siendo fanático de las historias de fantasía, fácilmente me siento atraído por una nueva historia del género. Sin embargo, Cursed no es el siguiente Game of Thrones o El Señor de los Anillos, pero si peca de tanto intentar serlo.
Cursed cuenta la historia de origen de Nimue (Katherine Langford), la Dama del Lago. En esta primera temporada vemos como la tribu de hadas Fey, ha sido prácticamente exterminada por un grupo de sacerdotes llamados Red Paladins, que aparentemente tienen mucho poder en el reino. Si viste Game of Thrones, probablemente te recuerden a los Sparrows. Nimue logra escapar, pero no sin antes recibir una espada misteriosa por parte de su madre, quien le dice que la lleve a el infame mago Merlin (Gustaf Skarsgård).
Skarsgård nos da uno de los pocos personajes rescatables de la serie. Es un Merlin diferente al que conocemos: en un punto oscuro y bajo de su vida; un alcohólico que, algunos dicen, ha perdido sus poderes. Sus escenas son sin duda de lo mejor que vemos en la serie y quizá un spin-off de aventuras de su personaje podría ser la mejor ruta a tomar en un futuro. Lo mismo no se puede decir de Langford quien entrega actuaciones inconsistentes entre capítulos, pero no se le puede culpar mucho cuando no tiene con que trabajar.
Este es el principal problema de Cursed. Nimue no es de los personajes más conocidos en las leyendas del Rey Arturo, lo cual hace entendible la decisión de Frank Miller y el tono que muchas veces toma la serie. Las nuevas generaciones no han tenido una representación memorable de esta mitología, por lo que contar una historia centrada en Langford (quien explotó a la fama por la serie adolescente 13 Reasons Why) fue claramente para capturar a espectadores que quizá nunca han sido fans del género de fantasía. El error no está solo en haber utilizado a estrellas jóvenes de nombre para atraer gente; el principal problema es también querer contar una historia con un tono de drama adolescente (de esos que vemos en preparatorias de Estados Unidos) que al mismo tiempo se quiere tomar demasiado en serio.
Los personajes secundarios como Arturo (Devon Terrell), el Rey Uther (Sebastian Armento), no ayudan a terminar de ubicar el tono de una serie desenfocada. Arturo toma el papel de un chico malo y rebelde que tiene una historia demasiado trágica para poder estar con alguien como la chica popular de la escuela. El Rey Uther es el joven rico y malcriado que en momentos parece que se esfuerza por dar una mala interpretación de Joffrey, otra similitud demasiado obvia a Game of Thrones.
En cuanto al “personaje” de la famosa espada de Excalibur (la cual jamás es llamada por su nombre), es utilizada como la única motivación de todos los bandos involucrados. “La Espada de Poder” tiene un poder mágico, pero también oscuro que termina consumiendo al que la tenga demasiado tiempo en sus manos, en este caso Nimue. Si esto te recuerda a Frodo con El Anillo, no es casualidad. Cursed intenta tomarse tan en serio como GoT y ESDLA pero se termina sintiendo más como una serie mal actuada y dirigida que podríamos encontrarnos en The CW después del último episodio de Riverdale.
Esta ambición de ser un recuento fantástico es llevada a niveles más altos en la segunda mitad de la temporada. Aquí es donde uno se puede sentir más interesado por Cursed, pero para este punto ya muchos probablemente la abandonaron por las ridículas actuaciones y escenas de risa que los primeros cinco episodios nos muestran. En los últimos cinco podemos ver a más bandos involucrarse (incluyendo ejércitos vikingos) y las escenas de acción sin duda son infinitamente superiores a las vistas en la primera mitad. Sin embargo, es difícil poder sentir empatía o querer apoyar a cualquier de estos bandos. La mayoría de los personajes, protagonistas o secundarios, tienen personalidad casi nula. Su único rasgo es ser gente horrible que solo quiere la espada del poder y matar al que se le ponga de frente.
Si Cursed hubiera tomado un tono más serio como lo vimos en los últimos cinco episodios, quizá pudo haber sido más fácil de ver, pero se tarda mucho en encontrarse a sí misma y pierde tiempo en desarrollar personajes interesantes. Llena de personalidades aburridas, diálogos y actuaciones de drama adolescente, y efectos especiales sobre producidos para un claro bajo presupuesto, lo pudo haber sido un recuento ‘Arturiano’ digno el gran catálogo de producciones originales de Netflix termina siendo algo más cercano a una comedia romántica que a una fantasía épica.
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